Te extraño.
Realmente extraño todo de ti. Tu voz, tu sonrisa, tus caricias, tu risa…
Te he dado el espacio que me has pedido. Me duele que lo poco que hemos hablado haya sido irrelevante en el sentido de: cómo estás? Ya comiste? etc.
Aún así lo sigo respetando.
Sin embargo, antes de que fueras a dormir, hablamos un poco más sobre cómo te sentías.
Realmente me parte que te sientas tan triste; ese dolor de abandono es una de las sensaciones más dolorosas que podemos vivir. Entiendo mucho los puntos que mencionas y el que tengas miedo de que los demás dejen de amarte porque sientes que ya no te necesitan.
Toda tu vida has tenido compañía de tu familia; toda tu vida has resuelto muchos de sus problemas; toda tu vida has tenido el papel de una madre que no te correspondía. Ahora en este nuevo despertar que estás viviendo, sabes perfectamente que no merecías tener ese rol, que necesitas tu espacio.
Por la manera en que te fuiste de tu casa, apareció ese miedo en ti. Que ya no te quieran. Además de ahora ponerle límites a todos respecto a sus necesidades que te obligaban a cumplir.
Pero, ¿te das cuenta? desde niña te han controlado con aceptación a cambio de que hagas o cumplas lo que te pidan. Tal vez no con la intención de manipularte, pero sí te metieron la idea de que si quieres recibir afecto de su parte, tienes que hacer las cosas que ellos te digan. Ese es tu chip.
Sé lo difícil y complicado que puede ser removerlo o modificarlo. Pero es posible hacerlo.
Tengo la esperanza de que las cosas van a mejorar pronto.
Sin embargo seguiré aquí, esperándote.
Te amo mi amor.